No cabe duda de que la investigación en el terreno de la Educación Ambiental sigue creciendo, tanto cuando es abordada como una de las materias transversales potentes propuestas por la Reforma Educativa como cuando es analizada desde plataformas no formales, bajo los usos y maneras de la Educación Social. La bibliografía es cada vez más rica, aunque no toda puede valorarse de modo similar, y los textos sobre este tema se multiplican. Entonces ¿cuáles son las aportaciones más significativas de este texto? Pues, a nuestro juicio, tres. En primer lugar, el ir directamente al grano, por decirlo en términos coloquiales. En segundo lugar, el libro apuesta por dar razón del trabajo investigador llevado a cabo desde una plataforma cuasi etnográfica. Por último, destacar el debate dialéctico que abre la autora acerca de la investigación positivista, el papel de la Universidad, la multiplicación innecesaria de figuras profesionales (pedagogos ambientales, educadores ambientales, ecólogos...), de conceptualismos poco esclarecedores...